25.4.11

yo estaba borracha y vos no dejabas de sonreírme, mezcla de ternura y vergüenza ajena. no mientas; te daba tanta ternura, pero la querías disimular con cara de vergüenza ajena. era mi cumpleaños número 24. tenía puesto el vestido negro que vi anoche por fotos y que me quiero comprar para estrenarme en quince días.
estaba borracha, decía, pero extremadamente feliz. y cuando me querías sacar a bailar yo te llevaba para un costado, para sentarte sobre una mesa y pararme frente a vos apoyando una mano en tu pierna para no caerme. te reías con cara de preocupado, pero me seguías el tren.
y yo te decía que no usaba el pedo que tenía como una excusa, que yo era perfectamente conciente de lo que te estaba por decir y que era lo mismo que pensaba y sentía estando sobria, pero que me agarraba de este pedo alegre y la música fuerte y la poca luz del bar para animarme a decirte todo lo que te quería decir.
te decía que te quería. que te quería mucho, "un montón" te decía, como le decía a mis amigas del colegio a los doce. pero no era una declaración de amor; era más bien un te quiero lleno de paz, sin disfraces ni segundas intenciones, que entendía de tiempo y paciencia, agua bajo el puente, rayuelas mal dibujadas y un noséqué entre vos y yo que no sabré poner jamás en palabras. un te quiero dicho con claridad y simpleza como no había sabido decirte todas las veces anteriores. me emocionaba (sin llegar a las lágrimas) y me inundababan unas ganas pocos normales de darte un abrazo antidesencuentro, de estrujarte como si fuera a verte por última vez y quisiera que se me quedara pegado un pedacito de tu olor en los cachetes. y seguía el impulso nomás, porque estaba borracha y vos me seguías el tren. y te decía que no sabía explicarte por qué te quería tanto y cuán importante y especial eras para mí. te decía que me habías hecho feliz y que eras tan parte de mí que yo era un poco vos y viceversa (o algo así, no me acuerdo bien porque estaba borracha) y que me sentía tan viva por habernos cruzado en nuestros caminos. que eras muchas razones de muchas cosas y que eso no iba a cambiar jamás porque yo no lo iba a permitir. que todo lo que te estaba diciendo era de las cosas más perennes que sentía que tenía en mi vida.
no sé qué carajo se te cruzaba por la cabeza, pero seguías con el mismo gesto amable sosteniéndome el brazo con una mano y el trago con la otra. creo que pensabas otra vez que qué putada habernos querido tan a destiempo; y otra vez no entendías cuando te miraba a los ojos.
pero no era capaz de ponerme a explicarte eso de nuevo. y tampoco me importaba demasiado.
porque yo estaba borracha y vos no dejabas de sonreírme, mezcla de ternura y vergüenza ajena.

después me desperté con la alarma del celular. esa que suena con la música que vos compusiste y a mí tanto me gusta.

No hay comentarios.: