22.5.11



a las mujeres les gusta releer las cartas, mirarlas de un lado y de otro, parecen extraer un segundo sentido cada vez que vuelven a sacarlas y a mirarlas, dice Julio en "Cartas de mamá".
y tiene razón. yo te juro que releyendo tus cartas encontré palabras que antes no habían estado ahí, las desnudé y les metí mano para entender de una vez por todas los porqué, cómo llegamos hasta acá y que nos pasó cuando el tiempo nos pasó por encima.
pero, digo yo, es peligroso hacerlo en domingos lluvioso y melancólicos como el de hoy, domingos en los que esas letras empiezan a despertar preguntas, preguntas bien enterradas y cuyas respuestas habías dejado de buscar porque no existían, porque no valían la pena. y entonces volvés a enredarte en un mar de dudas y de pasados resecos y te inventás mil excusas para justificarlo (a él y a todo lo que vino después de las cartas) y te das cuenta de que no podés estar en paz porque sabés cómo llegaste hasta acá pero no cómo ni dónde carajo vas a terminar. pero tenés que aprender a vivir con eso.
por lo menos evitando releer cartas, por mucho que te guste, por mucho segundo sentido que te obligues a encontrar para no ver que son pedazos de pasado mal ubicados, traicioneros, atados a una fecha, un espacio y un tiempo verbal determinados.

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