30 de septiembre. Día Internacional del Traductor
Los traductores celebramos nuestro día el 30 de septiembre en honor a San Jerónimo. Pero...¿sabemos por qué? ¿Conocemos quién fue San Jerónimo? Seguramente sabemos que es el patrono de los traductores y a él se debe la Vulgata, la traducción al latín de la Santa Biblia. Pero, quizá no conocemos mucho más sobre su vida. Transcribimos entonces esta breve síntesis de los principales acontecimientos en la vida y obra de nuestro patrono.
JERONIMO (Eusebius Hieronimus Sofronius), el Padre de la Iglesia que más estudió las Sagradas Escrituras, nació hacia el 342 de nuestra era, en Stridon, en los confines de la región dálmata de Panonia y el territorio de Italia, cerca de la ciudad de Aquilea. Tuvo una gran formación en las escuelas romanas y dominaba perfectamente el latín y el griego (su lengua natal era el ilirio). Jerónimo terminó sus años de estudio sin haber adquirido los grandes vicios de la juventud romana, pero no recibió el bautismo hasta los dieciocho años. Después de una estancia en Roma de tres años viajó a Tréveris y allí fue donde renació con ímpetu su espíritu religioso y su corazón se entregó enteramente a Dios.
Jerónimo se trasladó a Antioquía en el año 374 y tras permanecer allí durante algún tiempo se retiró a las salvajes soledades del desierto de Calquis, donde pasó cuatro años en diálogo con su alma y sometido a terribles tentaciones carnales.
Con el fin de dominar y prevenir sus tentaciones, agregó a sus mortificaciones el trabajo y el estudio constantes, como freno a su imaginación desatada y enfermiza. Se puso a estudiar hebreo, "...cuanto trabajo me costó aprenderlo y cuantas dificultades tuve que vencer" - nos dice - "ahora doy las gracias al Señor que me permite recoger los frutos de la semilla que sembré durante aquellos amargos estudios".
Fue ordenado sacerdote por el Papa san Dámaso con la prerrogativa de poder continuar su vida monacal y se trasladó a Constatinopla a fin de estudiar las Sagradas Escrituras bajo la dirección de san Gregorio Nazianceno. En el año 382 regresó a Roma, fue secretario del Papa y participó en el concilio, convocado por san Dámaso para combatir el cisma de Antioquía.
Muerto san Dámaso, Jerónimo se encontró sin protección y rechazado por parte de la alta sociedad romana y de algunos clérigos a los que había criticado duramente por sus frívolas costumbres.
Jerónimo siempre luchó por mantener la pureza de los mensajes de Cristo y de la vida monacal como medio de defensa por la debilidad de la carne ante las solicitaciones del mundo. Pero por muy brillantes que fueran sus denuncias, alegatos y controversias, no constituyen la parte más importante de sus actividades. Nada le dio tanta fama como sus trabajos sobre las Escrituras. Por eso la Iglesia le tiene por el mayor de sus grandes doctores en el comentario y defensa de la palabra divina. Clemente VII afirmó que tuvo asistencia divina para traducir la Biblia. Las únicas partes de la Biblia en latín, conocida como la Vulgata que no fueron traducidas por Jerónimo, en su retiro de Belén, fueron los libros de la Sabiduría, el Eclesiástico el de Baruch y los dos libros de los Macabeos. El concilio de Trento designó la Vulgata de San Jerónimo, como texto bíblico latino auténtico y autorizado por la Iglesia Católica. En 1907, el Papa Pío X confió a los monjes benedictinos la misión de restaurar los textos de la Vulgata que tras quince siglos de uso, habían sido considerablemente modificados y corregidos.
Cuando su vida estaba a punto de terminar, tuvo que interrumpir sus estudios por una incursión de los bárbaros y, algún tiempo después, por las violencias y persecuciones de los pelagianos. El 30 de septiembre del año 420, cuando su cuerpo extenuado por el trabajo y la penitencia, agotadas la vista y la voz, parecía una sombra, entregó su espíritu al Señor.
Jerónimo se trasladó a Antioquía en el año 374 y tras permanecer allí durante algún tiempo se retiró a las salvajes soledades del desierto de Calquis, donde pasó cuatro años en diálogo con su alma y sometido a terribles tentaciones carnales.
Con el fin de dominar y prevenir sus tentaciones, agregó a sus mortificaciones el trabajo y el estudio constantes, como freno a su imaginación desatada y enfermiza. Se puso a estudiar hebreo, "...cuanto trabajo me costó aprenderlo y cuantas dificultades tuve que vencer" - nos dice - "ahora doy las gracias al Señor que me permite recoger los frutos de la semilla que sembré durante aquellos amargos estudios".
Fue ordenado sacerdote por el Papa san Dámaso con la prerrogativa de poder continuar su vida monacal y se trasladó a Constatinopla a fin de estudiar las Sagradas Escrituras bajo la dirección de san Gregorio Nazianceno. En el año 382 regresó a Roma, fue secretario del Papa y participó en el concilio, convocado por san Dámaso para combatir el cisma de Antioquía.
Muerto san Dámaso, Jerónimo se encontró sin protección y rechazado por parte de la alta sociedad romana y de algunos clérigos a los que había criticado duramente por sus frívolas costumbres.
Jerónimo siempre luchó por mantener la pureza de los mensajes de Cristo y de la vida monacal como medio de defensa por la debilidad de la carne ante las solicitaciones del mundo. Pero por muy brillantes que fueran sus denuncias, alegatos y controversias, no constituyen la parte más importante de sus actividades. Nada le dio tanta fama como sus trabajos sobre las Escrituras. Por eso la Iglesia le tiene por el mayor de sus grandes doctores en el comentario y defensa de la palabra divina. Clemente VII afirmó que tuvo asistencia divina para traducir la Biblia. Las únicas partes de la Biblia en latín, conocida como la Vulgata que no fueron traducidas por Jerónimo, en su retiro de Belén, fueron los libros de la Sabiduría, el Eclesiástico el de Baruch y los dos libros de los Macabeos. El concilio de Trento designó la Vulgata de San Jerónimo, como texto bíblico latino auténtico y autorizado por la Iglesia Católica. En 1907, el Papa Pío X confió a los monjes benedictinos la misión de restaurar los textos de la Vulgata que tras quince siglos de uso, habían sido considerablemente modificados y corregidos.
Cuando su vida estaba a punto de terminar, tuvo que interrumpir sus estudios por una incursión de los bárbaros y, algún tiempo después, por las violencias y persecuciones de los pelagianos. El 30 de septiembre del año 420, cuando su cuerpo extenuado por el trabajo y la penitencia, agotadas la vista y la voz, parecía una sombra, entregó su espíritu al Señor.
FELIZ DÍA TRADUCTORES!!! :)
PS: thanks for the info, Luchii!
5 comentarios:
jeje... qué bueno que te haya servido la info :)
y feliz día para todos los already traductores y también a los traductores-to-be!!
loviu diva!!!!
lula
Yo te veía medio sofroniada por estos días.
mierda q hay q tener paciencia para ser traductor...mucha mucha silla jajaja
ojalá nunca pierdas esas ganas...
=)
EL Melli
mirá vos, desconocía esta información. y el día del abogado se debe a algun santo?
i guess so...
beso,
fede
escribo más seguido en galaxia prometida greta, pero pase por donde más le guste,
besote,
fed.
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