tenía que volver a confesarte mis miedos, a darle la mano a la comisura de tus besos, a dejarme caer por tu espalda y no pensar demasiado en descifrar tus miradas de lado. por alguna razón necesitaba justificar mi impulso de desvestir tus madrugadas; durante meses necesité recurrir a mi maldita costumbre de ponernos un rótulo, de definir la relación entre tus detalles y mis caderas, tus canciones y mis finales (no) felices. nunca entendí que mi sonrisa apacible que todo lo dejaba fluir estaba totalmente hueca. o que era un indicio de algo más.
nunca quise aceptar que tuvieras fecha de vencimiento. que un día iba a necesitar volver a entregarte mis cicatrices, mis gemidos, mis abrazos; que ibas a invadirme otra vez por completo... para entender. que volvería a esperar tus apariciones y tus invitaciones a bailar sin música, tus amaneceres con salitre y frío, para encontrarle sentido a todos los besos que una vez consideré un error.
tenías que estar así, en silencio una mañana cualquiera de enero, a mitad de camino entre el sueño y la vigilia, para que fuera claro que nos rodeaba la nada. que -por fin- volvías a ser alguien fuera de mí. un extraño-conocido (dueño de lágrimas, insomnio e ilusión) que había logrado drenar de mi vida.
tenías que quedarte dormido espalda al cielo para que pudiera dejarte cada minuto de los tres últimos años de vuelta en cada una de tus pecas.
desatar las ilusiones. aliviar el peso del pasado. despegar tus excusas de mi piel. desabrocharnos. acabarnos. liberar el pensamiento sobrecogedor de imaginarme entrelazada con tus pasos toda la vida. despojarme de tus miserias. devolverte el libre albedrío y devolverme la paz anterior a conocerte pero sin volver a ser la misma.
ahí, con una mano sobre el contrafrente de tu cintura, sintiendo los temblores de tu respiración, aprendí a soltarle la mano a tu nombre.
te dejé ir, ef. y pude sonreírte, sin que me dolieras.
ahora entendí que necesitaba volver a mezclar nuestras soledades para darme cuenta de que el fuego de un ocaso estival ahora es polvo que se vuela con el viento, la rutina, las autopistas. que sos dueño de una parte pero no de todo; que es momento de volver por donde vinimos... hace cuatro temporadas. de desprendernos, de una buena vez y para siempre. y de despedirnos así, casualmente, sin promesas ni música de fondo, con un beso improvisado a las apuradas, olvidable, víctima del cansancio y el desinterés. un beso en la boca del pasado, cuando nos importábamos.
(y de aprender ahora a vivir con el espacio vacío que dejan los asuntos que dejan de ser pendientes).
5 comentarios:
esos asuntos seran algo asi como "cold cases"
de vos desprendí,
y así me fui..
ay, agustina.. esa última frase me dejó sin aliento. es que si todo el texto ya me había parecido una maravilla, ese final es un pedacito de sublimación en el mar de tus danzas y andanzas.
te quiero tanto.
Los círculos se cierran, terminan de delinear su perfecta redondez ahí justo cuando te das cuenta que esa historia ya no es; y ahí cuando el dibujo termina, en el instante en que dejas el lapiz a un lado, la vida empieza a redondear otro círculo.Cada historia que cerramos es el paso anterior y obligado a la apertura de otra, que sin dudas será mejor, porque ya nos golpeamos, aprendimos, lloramos, reimos... crecimos...
vas a seguir dibujando círculos, bailando círculos, escribiendo círculos...
Te quiero, amiga!!! =)
cada día escribís mejor. cada día me gustan más tus letras. cada día dejás que deje de ser pendiente la respiración. te quiero.
Princess!
I, as usual, am late...
But thanks to that superior being that some call God, I got here on time to get a chance to read you once again...
Gosh...you just leave me speechless...Wish I could write like that in my native language...
Love you!
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