27.6.10

(requiescat in) pace.

era el final del camino. amigarse con las despedidas, asumir lo que no es, lo que jamás pudo ser, lo que definitivamente no será (no por falta de valentía, sino porque no sabe ser, no tiene que ser).

estar en paz cuesta sudor y lágrimas. el sudor de los gemidos, de las respiraciones entrecortadas, de las noches mucho más allá, de los amaneceres que acaban demasiado pronto, de las mordidas y las efímeras pasiones. y las lágrimas del vacío después del fin, de la rabia pernoctando en tu garganta, de la desidia colgando de las comisuras, del insomnio haciéndole la guerra al lexatín, de la imposibilidad de desatar los labios y el hálito del réquiem que nos debíamos.
estar en paz implica las cosquillas en el anverso de las manos, volver por un "me debés algo", amagar con un atajo que no se conocía. supone estrellarse unas olas demasiado saladas en la cintura, acordarse más bien tarde del tiempo para quedarse, negarse sin piedad las verdades que no deberían doler. negarse sin piedad las verdades. negarse sin piedad (punto).
estar en paz encierra desplantes, incertidumbres, ganas de declarar la guerra a cada paso que no se da, una boca llena de espinas y las uñas quebradas rasguñando una guitarra descolorida, desafinada, desnuda. pero también comprende aceptar. arriesgar y lamer hasta el lado de adentro de la piel. para volver al punto de inicio (siempre se vuelve. jamás intacto). estrujarnos los muslos y cogernos hasta las palabras para ver que no queda absolutamente nada más, que se ha llegado a la idiotez inútil de salvar el pasado cerrado y pis(ote)ado. entregar hasta la última muestra gratis de polvo justo cuando los ojos empiezan a teñirse de tedio y montón decrépito.

estar en paz significó pelearme con tu nombre durante muchos días, una noche que nunca se iba, varios meses y una cantidad impar de años; enterrarte a la fuerza como si la astilla no doliera; prohibirte y ultrajarte; dejarme caer por el costado de una sonrisa revuelta para volver a la puta realidad. y significó aprender a lidiar con el después. acomodar los despojos, las caídas libres, los "quiero encajar en tus caderas", las bifurcaciones, las decisiones que llegan a contramano. y significó, finalmente, reconciliarme con los errores, con las heridas, con vos y conmigo. pero sobre todo con nosotros. mirarte a los ojos y entender(te). reconocerte. encontrarme. creerte. sabernos escondidos entre los silencios y las canciones. patear las ataduras del nadie ni nunca ni no y saltar, por primera vez, el abismo entre tu destiempo y mis puntitas de pie. querernos, justo ahora que se termina, de verdad.

estar en paz costó sudor y lágrimas.
pero tarde o temprano se llega al final del camino.

3 comentarios:

TOMÁS dijo...

SIMPLEMENTE HERMOSO, AGUS ...

o l i v i a dijo...

necesito contagiarme de esa fuerza que te permite andar caminos largos, enredados y opacos de una manera tan impetuosa y convincente. nadie dijo que mi decisión sería fácil pero nadie dijo, tampoco, que dolería tanto encontrar la paz luego de eso.
sos más hermosa cuando escribís, no sé si alguna vez lo dije.

s u n dijo...

(sos) perfecta.