29.12.10

No me digas.


"Faltan cosas (...). Las que te habrás olvidado de decirme."
Julio Cortázar.

Pero para vos es más fácil esconderte en una pregunta retórica... ¿Y si tiene respuesta? ¿Y si no estás tan seguro de bancarte que te escupa esta verdad? Tanto te gustan los abismos después del signo de pregunta que no te diste cuenta de que había palabras para tus porqués.
Hubiera sido más sano liberarnos del aire oprimido, pesado, espeso por las confesiones que no nos animamos a llorar, los duelos que no pudimos masticar, los condicionales imposibles que no dejaron de doler. Pero no. Teníamos que ahogar el envión en el silencio del dejarse estar, dejarse ir, irse yendo para no saber volver. Para no vernos desaparecer. Optamos por hacernos los distraidos y disimular el amor con desidia y orgullo. Acumulamos dudas, apilamos el futuro detrás de la rutina y no vimos la torpeza emparchando los agujeros.
(Nos) Faltan cosas. Desde siempre. Nos confiamos la miseria más grande pero esa palabra, que parece que se nos va a escapar cada vez que abrimos la boca y tomamos aire, no la podemos pronunciar. No podemos ponerle nombre a tu amnesia ni a mi impuntualidad (ya sé que llego tarde para hablar). A veces nos olvidamos de cómo se mira a los ojos. Pretendemos que no hay grietas y que esa mierda que es la realidad nos pierde el rastro por un rato. Y después sin saber cómo te tengo que pedir prestada la voz y tus ojos se quedan con mis lágrimas.
Después sin saber cómo se cuela una pregunta entre los labios. No me digas ahora lo que te olvidaste de decir, lo que nunca me supiste decir. Porque ya lo sé. Y porque no voy a reconocer ahora todas las cosas que me quedaron por decir. Porque ya las sabés.

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