1.6.09

"treinta de mayo y soy feliz..."

No fui devota de su música durante toda mi vida. No puedo decir que, como Alejandro (ese sanamente envidiado fan que le puso volumen bien alto a las sensaciones de todos los que estuvimos ahí), los seguí durante 10, 15 ó 20 años; no conocí montones de gente y lugares; no puedo sentir del todo lo que son/fueron las previas de los rituales. Pero Los Piojos siempre estuvieron ahí, poniéndole música a mi infancia, adolescencia y primeros años de juventud, desde mi nacimiento en el 87. Ando ganas y Canción de cuna fueron de esas melodías que tuve siempre presente en el inconciente pero que ni registro de dónde habían salido, esos temas que tarareás de pronto mientras caminás o garabateás un apunte y que no sabés cómo ni cuándo llegaron, pero que siempre estuvieron ahí. Y salté y canté “oh, oh, ooh oh, oooh, Bariló, Bariló, Bariloche!” al ritmo de Verano del '92; me empaché con Como Alí en el viaje de egresados y bailé Tan Solo en algún boliche cuando era más chica.


Me hice fan casi por obligación, de casualidad. Por tener que acompañar a mi hermana menor al Luna porque si no se quedaba sin ritual. Y con solo escuchar “Si dijéramos que el día es la careta, si dijéramos que en la noche está el tango…” caí rendida a sus pies y me volví una enfermita total. Y caí en la cuenta de todas las otras canciones (El farolito, El balneario, Todo pasa, Ruleta...) que habían condimentado siempre mis días. Esas canciones que siempre habían dicho presente en algún momento de mi vida, que sin querer se habían adueñado de algún recuerdo, representaban a alguna persona o habían podido explicar una sensación de mi pasado.


Fui piojosa cebada durante un año y monedas y fui a solo cinco rituales. Pero me siento parte igual, vibré igual y me emocioné igual que las otras miles de almas en ese ritual sin calma del sábado pasado. Valieron la pena las cinco horas de espera parada bajo la garúa tímida pero constante (con ratos de lluviecita insolente), el frío helado pegando en la cara, los dedos de las manos y los pies entumecidos, los panchos pasados por agua, los dolores de espalda, las gargantas rasposas, el cansancio y el barro...


Valieron la pena para que a las 10pm River se apagara de golpe y Ciro regalara esos versos a capella como la primera vez que los vi en vivo. "Miren! Ese de ahí es Juanchi, un divino, yo lo conozco! Ayyyy qué emoción verlo ahí!!"; y una sonrisa emocionada y un abrazo mientras aullaba Ando ganas, uno de mis temas preferidos. Larga calle de Libertad, tantas curvas te siento y el mejor primo del mundo del otro lado del teléfono. Más saltos y emoción y manos tapando las bocas al tiempo que Todo pasa dejaba rodar el primer acorde.

Una armónica eléctrica levantando humo de todas las bocas con el espíritu que ronda en tu casa y shh, lloremos bajito porque es tan Difícil olvidar tu sensación... Una canción de cuna que en vez de dormirnos nos provocaba una mezcla de sonrisa gris, llanto feliz y dolor. Y los Mendigos y los Doctores crotos que bailaban al ritmo de la Chilinga. Y "voy a llevarte en mí" porque sé decirlo con canciones y no con palabras; y te lo digo antes de irme pidiendo que nada más vaciá tu vaso antes del fin y leyendo todos estos trapos multiplicados por mil. Un último regalo con temas Viejos de estos Mocosos que jugando a la Ruleta eligieron irse con sones de murga, bailando el baile que se baila acá.

Y dijeron chau, con esas lágrimas a punto de caerse de las pestañas, las respiraciones pretendiendo no agitarse más de la cuenta y las sonrisas iluminándolo todo. Regalando los últimos minutos de esa magia que no sé cómo explicar... y por qué voy a intentar forzarla en palabras si ellos lo dicen mejor: ES SENTIR.
No sé si las despedidas son dolores dulces, no sé si acaso puede existir un dolor que sea dulce. Pero las despedidas son necesarias para volver a encontrarse. "No hay carteles para saber cuál será tu sendero"; así que allá van, a tomarse un respiro, a bajarse de la rueda y ver qué pasa. Y lo que tenga que ser, será.


Yo? Todavía emocionada hasta la médula desde la euforia hasta el vacío, con la certeza del privilegio de haber sido una partecita de estos veinte años y la ilusión (que siempre se necesita) de que no hay que parar... porque este no es el final.

Gracias Piojos.
Hasta pronto.


"si vos querés estar libre
si querés alto volar
que haya un hachazo en tu ojo
pero una flor en tu ojal"


4 comentarios:

Manrique dijo...

Sabén que no soy muy bueno para los discursos, dijo haciendose el humilde. Por eso se los voy a decir con una canción. Y justo cuando se me congelaba la sangre en el medio de la platea, comienza a sonar Pacífico, junto con un escalofrío que me acuchilla la espalda.
Son y serán: por siempre... Increibles!!!

Tincho... dijo...

No me preguntes cómo llegué acá, ni de donde saqué tu blog, pero lo tenía a la vista y no pude evitar leer el post.

Mientras lo leía, sentí que era yo quien lo había escrito.

En mi caso Tercer Arco, al ser el primer disco que tuve, me lo regalaron junto con Circo Beat, le tendré siempre gran cariño.

En fin, un muy buen comentario de una noche inolvidable.

Hasta pronto...

Ciela dijo...

TE ENTIENDO, ME ENCANTO COMO LO EXPRESASTE !

Maite dijo...

esa capacidad de palabras para expresarte Greta, me emocionaste a mi. no me considero una piojosa, pero formaron y forman parte de mi vida.

Buena semana, Agus