14.3.11

bandera blanca.

llámeme flojita, pero no me banco las discusiones.
cuando digo discusiones, no me refiero al intercambio de ideas; quiero decir las peleas, los gritos, las mandadas a la mierda, los reproches. el maltrato.
cuando digo no me las banco, no me refiero a que no me gustan o me caen mal (que también es cierto); quiero decir que no tengo aguante, que soy demasiado blanda, que no tengo espíritu guerrillero, que me hacen mal.
cuando digo no me banco las discusiones, no me refiero a que no me las banco nunca; quiero decir que puedo pelearme con el que se coló en la fila del banco, el burócrata inepto, el segurito del estadio, el que nunca me consiguió oficina... pero no puedo soportar pelearme con la gente que quiero, que me importa; no puedo pelearme a los gritos sobre cosas profundas y trascendentes.

diga que soy una sensiblona de mierda. tiene usted razón.
no me gusta la confrontación, no soy combativa por naturaleza ni contestataria por las dudas. no creo en el éxito de los insultos y el volumen fuerte; no soy partidaria de los rencores ácidos y vencidos engranados. me resisto a creer que empezar a exponer las ideas propias a los gritos surte efecto alguno. quiero pensar que eso de que "la gente hablando se entiende" es cierto. quiero apostar a que uno puede decir lo que le pasa y lo que siente con serenidad y civilizadamente, mirándose a los ojos, sin necesidad de tirarle mierda al otro, de cagarlo a pedos, de empaparlo todo de amargura, ni de gritar y maltratar.

las peleas son lo más violento que existe. un grito es como un latigazo en el medio de la garganta. una boca que se abre se queda sin cuerdas vocales para responder. las palabras duelen, se incrustan en el silencio de las cosas que no podemos hablar, las que de verdad nos llevan a este punto de intolerancia. tanta intolerancia que peleamos a ver quién grita más fuerte sin importar el argumento ni cómo empezó el ovillo de reproches; tanta intolerancia que los ojos se salen de las órbitas y nos desconocemos. tanta intolerancia que llegamos a darnos miedo; miedo a más violencia (¿cuán lejos puede llegar?), a que todo se desmorone. a hacernos más mal de lo debido y que después sea tarde para arrepentirnos.

a mí discutir me provoca ganas de llorar. porque sí, porque soy así de tiernita, vio. porque todos estamos tan cansados y estresados y presionados que no tenemos paciencia -es más fácil y más rápido putearse que sentarse a analizar el verdadero porqué de todo esto-. y no vemos que nos terminamos ofreciendo maltrato gratuito. que dejamos un arañazo que no hacía falta dejar. estamos tan a la defensiva que ante la duda, peleamos, contestamos mal, damos un portazo. me da ganas de llorar. de quedarme sin voz. de encerrarme y no escuchar más. me parece surrealista que haya quien no se atreve a sentarse y desnudarse de adentro hacia afuera para sanar desde la raíz lo que haya que sanar.

seré ingenua, puede ser. pero quiero seguir siendo así de diplomática, de pacífica pero sin perder la convicción de mis ideas, la autoridad y el respeto.

1 comentario:

s u n dijo...

if i shall speak my mind, i must confess that we're just opposites, my friend.

(hasta ahí llegaron mis neuronas británicas)

yo sí soy confrontativa por naturaleza. yo sí soy contestataria por las dudas. pero así también soy sensiblona, lloro ante el primer grito. sostengo las discusiones con lágrimas en la garganta. soy una contradicción andante.

y no me gusta discutir. joder que no.