22.5.12


Hablemos del miedo. De correr riesgos. De saltar al vacío y estrangular la boca del estómago. Hablemos del lugar común de ahogarse en el mismo aire que se inspira para tomar el envión; el miedo –el terror– burlándose a carcajadas de un coraje tembloroso y dubitativo.
Hablemos de mis dudas. De todos los interrogantes escondidos más allá de donde tus ojos llegan a ver. De mis debilidades cuando de mirarte se trata. De las veces que lloraría profunda y tranquilamente por quererte. Por tenerte. Y hablemos –sin originalidad alguna– de esa sensación de descubrir la vulnerabilidad, la condición de ser humanos (resulta que uno no es tan fuerte ni autosuficiente como creía…).
Hablemos de las certezas; del miedo a no tener miedo, a saber exactamente el rumbo (a haberlo sabido desde siempre pero no haber sido capaz de ir a por él). Hablemos de algo tan cierto como reconocernos entre el olor intenso a piel gastada de los días de semana, las siestas que se hicieron para no dormir. Hablemos de algo demasiado grande y demasiado lindo que no quepa en este cuerpo, un cuerpo hablando cuando la boca se escurre por una comisura sin besar.
Hablemos de todos estos clichés de los que otros ya han hablado mucho antes que nosotros, de las instrucciones para llegar a tocar las puertas de tu cielo, de la nostalgia de tus manchitas y tus calles que terminan en más calles. Y de tu nombre, rellenando mis vacíos. Mis ilusiones.

Hablemos, me pedís. Y es lo único que no puedo hacer. Hablar es dejar que algo se corporice, tome forma y ocupe un espacio entre las preguntas que no sé hacer y las canciones que ya no escribís. Es aceptar(TE), de una buena vez. Apostar lo poco que he ganado a que no te voy a perder, sin siquiera saber si vos apostarías a lo mismo.
Hablemos del vértigo que supone explicarte que sos todas mis razones, la paz de los abrazos suspirados, mi derrota frente a tus manos curiosas (sálvese quien pueda).
Hablemos de la cursilería infame de reconocer que estoy jodida y radiantemente enamorada y me aterra que no me correspondas.




O mejor no.
Sigamos haciéndonos los distraídos, flotando bajito mientras vos te quedás dormido y yo te rasco la espalda.

No me preguntes.
No estaba pensando en estrangular la boca del estómago y saltar al vacío.
No estaba pensando en nada.

3 comentarios:

fed dijo...

feliz día escritora,

un poco atrasado, 59 minutos más o menos, pudo haber sido peor


besote,

fede.

fed dijo...

por cierto, delicioso tema de Pedro. Ayer o anteayer vi la entrevista que le hizo Lalo en ese programa que pasan por canal Encuentro. Recomendable si no le vio.

Interpretó este tema entre otros.

Fulana dijo...

Qué hermoso modo de tejer puentes entre palabras tan conocidas (no por ello menos nuevas) y sensaciones tan estremecedoras siempre... A la salud de tus palabras Greta! Hacía rato que no andaba por acá... hermoso...